Y no me refiero sólo a la compra por parte del imbécil de Musk. Twitter ya venía arrastrando algunos problemas desde hacía tiempo, y lo más sintomático es que ya no era divertido.
Sí, aún te ríes. Aún hay gente que publica cosas graciosas. Aún se ven cadenas de replies abundando sobre una primera ocurrencia. Pero antes esto era la norma, era raro el día que no había alguna de esas.
Ahora el doomscrolling se ha convertido en norma. Los bots de mierda campan a sus anchas. Hay anuncios cada 3 tuits y promocionados de cuentas fachorras o estafas cada 5.
La verdad es que cuesta pensar en un punto de inflexión. Quizá ha sido todo como lo de la rana cociéndose a fuego lento y esto empezó hace mucho. Para mí han sido un cúmulo de factores, de hechos, los que han hecho que cada vez haya querido entrar menos. Por costar, me cuesta incluso ordenar los pocos puntos que soy capaz de identificar.
Al final ya no quiero pasar tiempo ahí. Mucha autopromoción, mucho nazi, mucho gilipollas que les baila el agua y poca diversión.
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