Supongo que todo el mundo ha oído hablar de la infame campaña de adoctrinamiento que los ladrones de la $GAE ha conseguido sacar adelante con dinero de nuestros bolsillos, disfrazándola a través del Ministerio de Incultura.
También me imagino que a estas alturas, quien más quien menos, se habrá enterado del magnífico ridículo que ha protagonizado dicha campaña. Si no es el caso, David Bravo lo explica muy bien en su blog.
El mismo autor del ya épico testimonio no pensaba que la cosa pudiera pasar si quiera los primeros filtros que, es de suponer, cualquier concurso o campaña de este tipo tiene. Pero como en este país las cosas se hacen como se hacen, y más cuando es con el dinero de otros, pues al final pasa lo que tenía que pasar: que se hace el ridículo.
Ahora queda ver qué consecuencias puede acarrear esto: si le van a retirar el premio al testimonio, si a partir de ahora los testimonios van a ser todos redactados por un grupo de guionistas a sueldo, o si directamente los chorizos del Bautista van a pedir que se prohíba internet para siempre…
Normalmente me caen gordos los soplagaitas que acuden al derecho de libre expresión para manifestar cualquier estupidez (en especial esos niñatos pro-todo: pro-nacionalistas, pro-feministas, pro-anarquistas, pro-palestinos… suma y sigue), pero está claro que esa libertad es uno de los bienes más preciados que tenemos en nuestra sociedad.
Y es que el derecho a chotearse de los que dirigen tu país debería estar a la misma altura que el derecho de volar tu propio parlamento si éste dicta unas leyes injustas y abusivas, o el de levantarse en armas contra tus dirigentes si éstos lo están haciendo tan rematadamente mal como para que la gente quiera cepillárselos. Vamos, que se debería proteger constitucionalmente el derecho de reírnos de nuestros gobernantes, especialmente en casos de ineptitud irremediable, caciquismo, chaquetismo, mangoneo y robo o simple y llana subnormalidad profunda.
¿Por qué? Porque si no se nos va a permitir la crítica mediante el humor, o la simple gamberrada, dudo mucho de que se nos vaya a permitir una crítica más razonada y seria, es decir, una crítica más dura y contundente que una simple viñeta o un texto de cachondeo. Y si nos quitan eso, al final sólo queda la mochila, la escopeta y echarse al monte.
La canción de hoy, dedicada a… bueno, ya salen mencionados en la misma. Con todos ustedes, el Reno Renardo.
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